
Javier llevaba días sintiendo una molestia en la nariz. Al principio pensó que era una simple alergia o quizás un resfriado, pero la sensación de algo atascado no desaparecía. Se miró varias veces en el espejo, incluso usó una linterna para ver mejor, pero no encontró nada inusual.Con el tiempo, la incomodidad se convirtió en una sensación de presión. A veces sentía un leve hormigueo, como si algo se moviera dentro de su nariz. Su esposa, preocupada, insistió en que fueran al médico.En la consulta, el doctor revisó con una pequeña cámara endoscópica y su expresión cambió de inmediato. Su rostro pasó de la tranquilidad profesional a una mezcla de sorpresa e incomodidad.—¿Qué pasa, doctor? —preguntó Javier, cada vez más nervioso.El médico no respondió de inmediato. Ajustó la pantalla para ver mejor y tragó saliva antes de hablar.—No sé cómo decirte esto, pero… aquí hay algo que definitivamente no debería estar ahí.Javier sintió un escalofrío recorrerle la espalda.—¿Algo como qué?El doctor exhaló lentamente antes de responder.—Parece… un pequeño organismo. Y se está moviendo.Comenta Javier para segunda parte.
parte 2
Javier sintió que la sangre se le iba del rostro.
—¿Un organismo? ¿Cómo que un organismo?
El doctor no apartaba la vista de la pantalla. Movió con cuidado la cámara y, de repente, la imagen tembló. Algo dentro de la nariz de Javier se movió rápidamente, alejándose de la luz.
El doctor dio un respingo.
—Esto… esto no es normal. Necesitamos hacer más pruebas.
Sin dar más explicaciones, salió de la sala y regresó con dos colegas. Ambos miraron la pantalla con el mismo desconcierto. Uno de ellos sugirió hacer una extracción inmediata, pero el primero negó con la cabeza.
—Si intentamos sacarlo a la fuerza, podríamos provocar una reacción indeseada.
Javier, que había estado en silencio por el pánico, no pudo contenerse más.
—¡Díganme qué es!
El doctor tomó aire antes de responder:
—No estoy seguro… pero no parece un parásito común. No parece… de aquí.
Hubo un silencio pesado en la sala.
—¿De aquí? ¿Se refiere a mi cuerpo o a… este planeta? —preguntó Javier con un nudo en la garganta.
El doctor lo miró sin responder. Luego, como si hubiera tomado una decisión, apagó la pantalla y se dirigió a los otros médicos.
—Llamen al especialista. Y cierren la sala.
Algo estaba muy mal. Y Javier lo sabía.