
En la actualidad, la inteligencia artificial (IA) se ha convertido en un tema central en la agenda global, impulsando debates sobre su gobernanza y su papel en el interés público. Recientemente, el primer ministro británico, Keir Starmer, presentó un ambicioso Plan de Acción para la IA, que busca multiplicar por 20 la potencia de cálculo de esta tecnología en el Reino Unido para 2030 y mejorar los servicios públicos. Este plan incluye inversiones públicas y compromisos económicos de empresas tecnológicas. Sin embargo, expertos advierten sobre la necesidad de superar las relaciones desequilibradas con los monopolios digitales para garantizar que la IA beneficie verdaderamente al interés público.
Además, la adopción de la IA generativa y la computación en la nube está transformando la sostenibilidad empresarial. Estas tecnologías no solo mejoran la competitividad y productividad, sino que también presentan desafíos ambientales significativos. Empresas como Capgemini están comprometidas en reducir su huella de carbono y desarrollar modelos más eficientes, mientras que sectores como la banca y los seguros están adoptando la nube para optimizar procesos sin grandes inversiones en infraestructura física.
Sin embargo, el avance tecnológico también ha generado cuestionamientos sobre la idea tradicional de progreso. Amenazas como el autoritarismo, la crisis climática, los conflictos bélicos y el desarrollo tecnológico descontrolado han debilitado la confianza en un futuro mejor. Esto ha llevado a la necesidad de replantear el concepto de progreso, enfocándose en la sostenibilidad y la justicia social, y alejándose del crecimiento económico ilimitado.
En resumen, la inteligencia artificial y las tecnologías emergentes están remodelando diversos sectores y planteando desafíos y oportunidades. Es esencial una gobernanza adecuada y un enfoque en el bien común para garantizar que estos avances tecnológicos contribuyan positivamente a la sociedad.